Desde muy joven, fue un gran amante de la música y el folclore de La Rioja, tradición que recibió de su padre. Nació en San Asensio el 30 de octubre de 1929, donde disfrutó de su danza local y participó en numerosas ocasiones en la romería a Davalillo. Precisamente, desarrolló una importante labor en la recuperación de esta danza.
Baldomero Tobía heredó de su padre, Hipólito 'Cerilla', la afición por la música, además de su apodo. «Tenía claro que él era dulzainero y no gaitero, pues tocaba la dulzaina, instrumento de llaves que, además y como su propio nombre indica, tiene un sonido más dulce que la gaita común o navarra», recordó Javier Asensio, especialista en folclore popular.
Baldomero Tobía fue durante muchos años el gaitero de San Asensio, pueblo que le vio nacer y crecer, pero también lo fue de Yagüe, barrio donde vivió, y de Logroño, pues desde 1952 -año en que debutó- se le ha visto acompañando a los gigantes de la capital riojana durante las fiestas de San Mateo, así como a numerosos grupos de danzas riojanos.
Baldomero tuvo muy buenos maestros. A los inicios con su padre, sumó los conocimientos de Segundo Corral y las enseñanzas de algún profesor de música. Desde joven, se vio rodeado de gaiteros de los que siempre aprendía algo, como los de Laguardia y Villabuena -que acudían a las fiestas de San Asensio- o un burgalés, con el que coincidió durante el servicio militar. Aprendiz constante, su madre no le dejaba ensayar en casa y se iba todas las tardes a la cuadra de una finca en las afueras de Logroño, donde las notas de los pasodobles y de la jota no molestaban a nada ni a nadie, ni siquiera a las yeguas que, impasibles, día tras día escuchaban los primeros pinitos de ese joven gaitero.
